lunes, 26 de noviembre de 2007

Quartier de Chartrons: paseo de domingo




El Quartier de Chartrons es un barrio en Bordeaux que esta a orillas de la rivera de la Garonne. Es un barrio que originalmente fue un sector de oficinas y bodegas de productos que llegaban al puerto, por lo que sus calles son angostas, de adoquines y de casas altas de no más de cuatro pisos (la mayoría sin ascensor).

Hoy en día es un barrio que está de moda, con pocos restaurantes pero buenos tugurios donde tomarse un trago, departamentos de arriendo donde viven matrimonios jóvenes, parejas sin hijos y personas que desean vivir tranquilos cerca y lejos del ajetreo de la ciudad. Es como Bellavista hacia arriba de la Clínica Santa María: la distancia justa entre carrete y residencial.

Creo que una de las cosas mas interesantes de este barrio es el mercado que se pone los domingos frente al río: el Marche de Quartier de Chartrons. Lugar preferentemente de venta de productos orgánicos, “bio” y biodinámicos. Cuatro o cinco puestos de comida en las puntas y lo que quieran para preparar.

Digno punto aparte merecen los puestos de “aves asadas”, algo como los pollos asados chilenos, pero acá tienen además de los pollos, cerdo, pato, ganso y algunas carnes de caza. Lo mejor son las papas fritas en la misma grasa de las aves, las que se pueden llevar con o sin jugo de las carnes.

Los puestos de quesos son alucinantes, con más de 40 tipos diferentes para elegir; ni hablar de la charcutería, verduras y, por supuesto, pescado, donde la oferta es absolutamente distinta de la que estamos acostumbrados nosotros: rouget (pequeño pescado de carne blanca pero de piel roja especial para freír), dorade (carne blanca y firme, como la de la corvina pero con menos grasa), Raya, pulpo, merluza y tiburón, entre otros.

Más diferente aún son las ofertas de carne de caza (conejos sin descuerar, faisanes, palomas y perdices, entre otros, todos cazados durante la mañana y colgados para que se noten que son frescos), caracoles, vinos, plantas, flores… en fin, de todo, como en el Mercado Central pero en francés.

¿Dónde quiero poner el acento? En el pequeño puesto que hay en una de las puntas del mercado, donde está nuestro buen amigo Gy, y que vende ostras.

Los que me conocen saben donde voy: una docenita de ostras el domingo en la mañana, acompañado del infaltable “Tariquet Blanche” compone a cualquiera.

Lo malo es el valor: la docena vale $12 euros, es decir, algo así como 8 lucas, lo que hace que no todos los domingos sea un día de mercado (imposible no comparar las 5 lucas del ciento en Chile). Como ayer fue uno de “esos domingos”, quería compartirlo con ustedes.

Un abrazo chicos, los momentos de disfrute son para compartirlos.

martes, 20 de noviembre de 2007

Internet: gran baluarte

Estoy fuera de Chile desde hace casi siete meses y, la verdad, la lejanía no se ha sentido para nada gracias a la conectividad de internet.
¿Habrán pensado nuestros abuelos algún día, que podríamos comunicarnos en vivo con una persona al otro lado del océano?, ¿que le podríamos ver la cara y conversar mirando una pantalla de un computador que es bastante más pequeño que una habitación completa? (de hecho el mio pesa 1,2 kilos!).
Impresionante, ¿cierto?
Quizás la pregunta es ¿hasta donde llegaremos?, el mito ese de "un chip bajo la piel" ¿será tan lejano?
Veía la película de James Bond "Dc. No" (la original, con Connery peinado a la gomina y sin canas), y me fijaba en los computadores onda "teletipo" que se mostraban como gran avance de tecnología, y eso era hace apenas 40 años.
Fuerte lo nuestro, pero bueno, lo importante es aprovecharla lo más posible, por lo menos antes de que nos metan un chip por..... bajo la piel.

lunes, 19 de noviembre de 2007

De cacería con Urko


No a todos les gusta ir de caza; de hecho algunos nunca han participado de una en su vida, pero debo decir que cuando se va de caza con personas que tienen metida esta disciplina en el cuerpo como cultura familiar, más que divertido, es realmente una pasion que sorprende.

Primero: la preparación previa.

Levantarse temprano, vestirse ad hock, subir los perros a auto, tener las armas listas y con papeles en regla, pasar frio y, como siempre, esperar al amigo atrasado en el cruce. Finalmente entrar al coto de caza.

Por estos lados (a unos 150 km de Bordeaux), entramos en un coto privado, lo que se traduce en un campo de explotacion forestal que implementó un criadero de aves de caza (faisanes, codornicesy perdices. También tienen jabalíes, pero sólo para cria y no para caza). Cuando un cazador llega (pevia reserva), compra los animales que desea´bajo el máximo estipulado por ley para cazar y luego de tener sus pájaros, se le asigna un determinado sector del campo para que literalmente "suelte" los pájaros, los deje arrancarse y luego los salga a cazar.

Puede sonar bruto, pero no lo es tanto. En definitiva, el cazador tiene lo que quiere, el empresario también y, como si fuera poco, la regulación es tal que, de entrar la policía o inspectores, pueden controlar fácilmente si se infringe alguna ley.

Otro punto a favor es, indudablemente, la seguridad: no hay niños corriendo que puedan tener riesgo de accidente, no hay perros que no sean de caza sueltos por alli ni, lo más frecuente, personas agenas al recinto que puedan pasar un mal rato.

Tal como las regulaciones de los vinos, acá parece que las regulaciones llegan incluso a los deportes y, como bien me dice Urko (gran personaje del Pais Vasco que me hizo la invitación), los cazadores siempre tienen los papeles al día tanto de las armas, los permisos de caza y de los perros, quienes además de estar entrenados para esto, deben cumplir con vacunaciones y permisos para poder hacer su trabajo.

Bueno, a quien no le guste la cacería, perdone el comentario, pero es un deporte que realmente apasiona y entretiene, sobre todo cuando uno disfruta de la delicia que es un plato de Perdicez en polenta, el que me voy a comer en una semanita más.

Gacias Urko por la gran mañana de caza.


domingo, 4 de noviembre de 2007

Turquía: ¿Qué estamos haciendo acá?

Impresionante pero cierto, fui invitado por la embajada de Chile en Turquía a realizar una semana de actividades para promocionar productos chilenos en este mercado que parece tan lejano para los chilenos como lo puede ser Tombuctú.

Obvio, yo voy en la “segunda patita”, ya que Ritz-Carlton está participando también y lo hace con su Sommelier Pascual Ibañez en Estambul (“nuestro”, debería decir), yo llego una semana después a Ankara, la capital, para continuar con el programa e intentar, dentro de lo posible, aportar con un granito a esta pequeña pero gran iniciativa de la Embajada o, mejor dicho, de nuestro embajador Francisco Marambio, quien a punta de empeño logró sacar este evento adelante.

¿Por qué lo celebro tanto?, por varias cosas; primero porque me invitaron, obvio, y como persona educada hay que dar las gracias.

Segundo, porque creo desde hace años que si este tipo de programas de comunicación y promoción no se realizan más seguido, el vino chileno y sus productos seguirán sin aumentar sus ventas de manera importante.

Hace un par de semanas leía un artículo sobre los discursos y actividades realizadas por René Merino, Presidente de Viñas de Chile, y la frase que se me quedó clavada fue: “si el Gobierno no nos apoya…”.

Es cierto, si comparamos los aportes de gobierno australiano o francés por promocionar el vino y sus productos en el extranjero versus el aporte del gobierno chileno, quedamos mal parados. Pareciera que no hay interés o que las prioridades son otras.

Pero el problema no es sólo el Gobierno, si nos detenemos un poco en eso. El problema somos todos nosotros, los chilenos, al no dejar de ser amarretes e ignorantes con respecto al tema. Lo hemos repetido más de alguna vez: la calidad empieza por casa.

¿Cómo hacemos para poder crecer junto al vino sin que se convierta en tomatera?, ¿Cómo le cambiamos el switch a la juventud y que se pase de la promo de pisco con bebida de dos lucas del super por una botella de vino?, ¿Cómo hacemos que la gente que sale a comer realmente deje de pensar que mejor se come un lomo con papas antes de probar algún plato desconocido?. Creo que los esfuerzos, sean del tamaño que sea, son buenos y dan provecho, siempre y cuando se hagan, pero si no tenemos un programa real de cultura gastronómica desde los colegios hacia delante, el cambio se demorará diez generaciones a lo menos.

¿Ministerio del Turismo? Eso suena hace rato, pero nadie le pone la cola al gato. ¿Descentralización? No basta sólo con los hoteles cinco estrellas que se construyen, debemos enfocarnos en enseñar a comer con tenedor primero antes de saltar al exclusivo mercado de la hotelería internacional.

Leo a Greve en www.planetavino.com y las comparaciones con Buenos Aires o Venezuela suenan a chino para la gran clase media chilena, que no ha tenido la oportunidad de viajar o de conocer siquiera restaurantes diferentes de una parrillada.

No quiero decir que hay que evitar las comparaciones internacionales, todo lo contrario, pero quiero de alguna manera hacer conciencia de que necesitamos algo más de base desde el principio para poder construir más rápido nuestra cultura gastronómica.

Ya parecemos odiosos hablando de puntos de cocción, de comida limpia, sin crema, de preparaciones con productos nacionales, de las temperaturas de los vinos, de decantación, pero es lo que necesitamos potenciar más, es como “el segundo paso” para un consumidor que ya sale a comer, pero ¿Qué pasa con la dueña de casa?, ¿Cómo le hacemos llegar la información a doña Juanita de la esquina?, esa si que es tarea del Gobierno.

Quizás me pongo medio odioso, pero si en el colegio no existe un ramo tipo “buenos modales” o “como se realiza el servicio en una mesa”, difícil podremos pedirle a las nuevas generaciones que sepan diferenciar entre un cabernet y un Merlot.

Parece que me desvié un poco, pero creo que la relación entre lo que intentaremos hacer la Embajada de Chile, Pascual y yo en Turquía es muy similar a es: la primera piedra para potenciar a Chile como concepto país en un país lejano, más allá de solicitarle que compren una marca determinada. Ojala nos resulte.

Por lo pronto, sigo majadero, intenten educar en su propia casa, enséñenle al papá o al tío de cómo se descorcha y sirve una botella; ese sería un buen comienzo para que todos ayudemos a crecer.

Ánimo, créanme que se puede, sólo tienen que empezar.

Sitios de interés:

www.chileturquia.com
www.chileindia.com